Hoy después de tanto tiempo me he sentado
nuevamente a escribir, a plasmar muchas veces un mundo imaginado, del que uno
siempre sueña y que a pesar del pesimismo de las personas se convierte en un
motivo más para vivir. He escuchado que una persona sin sueños termina siendo
una simple maquina, y lo he visto por donde quiera. ¿Qué sería de nosotros sin
algún tipo de inspiración? Parece que es real que ya nadie se interese en
expresar lo que siente, es tan cierto que muchos se conforman con lo que ven,
con lo que escuchan o por lo que les imponen, es un completo sesgo lo que ha
hecho muchas veces la sociedad sobre nosotros, nos ha moldeado tan perfectos,
que nos convertimos en excelentes sujetos parcos, seres que no necesitamos de
nada, individuos que podemos vivir en paz dentro de nuestra egolatría, somos
unos absolutos y completamente extraños.
Hoy nuevamente escribo lo que quiero y
muchas veces no puedo, quiero porque es algo que siempre he anhelado, pero no
puedo, porque sé que muchas de mis palabras ofenderán y herirán la
susceptibilidad de otros. No por esto, le invito a que lea todo el texto para
que conozca lo que yo realmente pienso y podrá sacar las mismas conclusiones
que yo he planteado.
Pues mi motivo de inspiración han sido los
colombianos, no hace pocas semanas tuve una de las peores experiencias de mi
vida, con ciertas personas que se hacen decir que son colombianos. Al punto que
he pensado en lo siguiente: Los colombianos son lo peor que uno puede haber
conocido, otros se ufanan de ellos, pero nadie se ha dado cuenta lo que
realmente son ¿Y qué son? Son unos mentirosos, utilizan su lengua para dañar al
otro, crean calumnias, chismes e injurias, se han dado cuenta que es la única
arma para acabar con la dignidad de las personas, son tan capaces de armar
escándalos para que todo el mundo los escuche, son “tramadores”, saben
convencer tan fácil, que cualquiera les hace caso, y lo peor es que dan su
palabra, pero nunca la cumplen, son verdaderos demagogos, leguleyos,
aprovechados y sobre todo humilladores.
Han condicionado a tantas generaciones, que
la mentira no es lo único que se les ve, porque también son hipócritas, a cada
uno les hace cara bonita pero por la espalda les lanza siempre el puñal, nunca
ha de esperarse con alguien así, por eso es que muchos colombianos son
desconfiados ¿Por qué? Porque como había escuchado alguna vez: son unos
“palitraqueros”. Además son interesados, nada habría de esperarse de alguien
que siempre quiere algo y por eso son manipuladores. Venden su imagen, venden
su dignidad, venden su orgullo por cualquier cosa, no les importa nada, ni
siquiera su cuerpo o la integridad de su hijo, nada mientras viva satisfecho entre
los derroches del placer.
Porque también es irresponsable, malgasta y
desaprovecha las oportunidades que le da la vida, siempre lo lamenta cuando lo
ha perdido todo, aparte de eso, maldice las cosas que lo ha bendecido, se
desquita con todo lo que ve a su alrededor, hasta de las mismas cosas inertes
que nada tienen que ver con sus problemas; se desquita con sus hijos, con su
esposa o marido, e incluso con sus padres, el colombiano es una persona grosera
y violenta por naturaleza, siempre ha encontrado la forma de arreglar las cosas
por medio de los insultos y las malas palabras, además, no pierde de lado su
mentalidad pervertida, por eso le encanta hacer chistes “guarros” sin importar
quien esté a su lado, los colombianos tienen una mentalidad retorcida, por eso
se ha visto, como del ingenio y de su malicia han logrado ser los peores en la
historia.
Los colombianos han utilizado el único
recurso del que muchos se negarían hacer y por lo tanto se ha convertido en
ofensa, a nadie le gusta que otro lo mande a comer de sus heces, todos han
pasado por esa situación y por eso actúan como animales tirándose la “mierda”
unos a otros. Por eso, siempre se ha visto que de los colombianos la forma
única de solucionar la cosas a sido a los golpes, para muchos el conflicto se
acaba con más conflicto, la disciplina se legitima con violencia, el odio a una
persona o grupo en particular se soluciona con rencores y con groserías,
igualmente, los colombianos se quejan de la vida, les encanta echarse
“madrazos” para quedar más tranquilos. Todo es odio para los colombianos, para
los que pertenecen a cierto equipo, para los que se visten de cierta manera,
para los que se comportan mal, para los que son tercos y sobre todo, existe un
odio para los que decimos la verdad.
Se quejan por todo, hasta por una enfermedad
falsa; se quejan del sistema, se quejan de la familia, se quejan de los buses,
se quejan de Dios como el máximo culpable de sus problemas, se quejan de sus
caprichos, se quejan hasta de las cosas materiales que pierden, por lo que
tienen que recurrir a las vulgaridades, se quejan de todo lo que pasa, pero lo
más triste es que ninguno actúa de manera positiva por mejorar lo que han
maldecido.
Si no se han dado cuenta, todo lo relatado
es una queja mía hacia los colombianos, me estaría pareciendo a estos
colombianos que no se creen colombianos, que lo mejor de sus vidas es haber
nacido en otro lugar y que por lo tanto, desean o desearon autoexiliarse en
otro país; esto se parece a aquel colombiano de cuyo nombre no menciono, que
escribe bonito y directo, que cuando habla de Colombia lo trata como “un país de
mierda” y la gente lo idolatra. Qué bonito país ¿Cómo uno puede sentirse
orgulloso de eso? No trate de negar todo lo que he contado, porque usted
también lo ha vivido alguna vez en su vida, no trate de ser indiferente a estas
acusaciones, no se ofenda si ha entendido esto como una verdad y le pido no se
ofenda, porque puedo creer que todo lo que he escrito aquí puede ser una
mentira.
Parece que todo lo que he dicho a sido para
otros un verdadero insulto, algunos ya pensaran que no soy colombiano, porque no
amo a mi país y por que hablo mal de él. Igualmente, me recriminaran por mis
acciones, me dirán que me valla para otro lugar sino me siento a gusto en
Colombia “cuna de la democracia”, sugerirán que debería valorar lo que tengo y
lo que me ha dado esta tierra, cosa que no hay en otros países. Pero yo les
refuto y les contra pregunto ¿Acaso no ha sido víctima de robos? ¿Acaso ha
visto que lo traten de la mejor manera en un bus? ¿Acaso le han respetado su
vida, por el solo hecho que usted ha exigido que se haga justicia? ¿Acaso usted
no se ha ofendido, cuando lo han tratado mal con groserías?
A pesar que muchos medios evidencian en
magnas proporciones la imagen negativa de este país, pareciera que nadie se ha
empeñado en mejorarlo. Hay algunos que han querido generalizar y empecinar con
su existencialismo, lo feo del país. Puede que yo denuncie, ataque, hable mal
de las cosas que uno ha visto. Pero no puedo negar que yo soy colombiano, que
mi apellido puede que no sea el más español de los apellidos, pero sé que viene
de los lugares más hermosos: de los mansos y tranquilos campos de Boyacá.
No me ha parecido bueno hablar mal de los
colombianos, no puedo negar a mi madre, aquella que me dio la vida; de mi padre
y sus consejos excepcionales; de mis hermanos o aun así de toda mi familia;
puede que mi abuelo halla heredado todo eso malo, porque era un hombre que
imponía poder; pero me di cuenta hasta el ultimo día de su vida, que siempre
trató de ser una persona sincera, así lo fue, que estaba preocupado por los suyos
y que nunca los descuidó, pudo haber sido la persona más dura y fuerte, pero
algún día tuvo que ablandar, ese fue mi abuelo.
No puede uno olvidarse de los verdaderos
amigos de corazón, que están en las buenas y en las malas, que saben confiar y
que han confiado; a mis grandes amigos que son colombianos, les tengo todo el
cariño y aprecio porque de ellos,
también he sido un mejor sujeto. Solemos encontrarnos con personas que
realmente terminan dándole el golpe por la espalda ¿pero acaso no le pasa eso a
todo el mundo? He compartido con muchos de mis amigos, los sueños de libertad
(a pesar que para otros es inalcanzable) estoy seguro que todo esto no puede
ser un imposible.
Puedo decir que todo esto, es una cuestión
de mentalidad, a nadie le cuesta aceptar el pasado histórico por el que ha
estado sucumbido este país, ni siquiera se han preguntado el por qué de tantas
guerras, el por qué de tanta violencia, el por qué de tanta pobreza, etc. Quizás,
la gente se acostumbró a tantas cosas, que perdió su lado sensible, por lo que
ahora le parece normal ver tanto muerto, tanto desconsiderado, a tanto
miserable por la calle. Y pueden seguir hablando mal sobre la gente que está
por encima de ellos, pero no son capaces de proponer cambios reales. Realmente
es un asunto de mentalidad.
Es que no solo de la “criticadera” se cambia
las cosas y por ello, es el motivo de este texto, que fue inspirado en aquella
clase de décimo grado, convencido que ya era hora de cambiar. Muchas veces hay
que seguir hablando de manera pesimista, de las cosas malas y negativas que hay,
para generar consciencia, porque me he dado cuenta, que sí me pongo hablar que
en este país no pasa nada y que todos viven en armonía, la gente seguiría
acomodada, sin razones para pensar diferente y por lo tanto adormecida. Yo
estoy seguro que muchas cosas de las que dije al comienzo no son ciertas.
Me acordaré de aquellas palabras en las que
una estudiante, me reclamaba que por qué yo tenía que hablar mal del país,
sabiendo que este tiene muchas cosas maravillosas. Me alegra bastante encontrar
gente que todavía encuentra cosas positivas a su alrededor. Esa era la gran
tarea que tenía en ese momento, poder sensibilizar a un pequeño grupo de
estudiantes; aunque soy realista en que no podré transformar a todo un mundo, estaba
seguro que sí podía cambiar a una sola persona, esta podría hacerlo igual con
otra.
¿Por donde debemos empezar entonces? A
reconocernos nuevamente, a tomar un espejo, a concertinos y darnos “picos”;
puede ser lo más ridículo, pero al menos le ayudara a quererse un poco. Todavía
la gente se preocupa tanto por el otro, que anda más pendiente de lo que hace (de
sus triunfos, fracasos y estilos de vida) que se ha olvidado de sí mismo, se ha
convertido en un completo extraño, se ha condenado en ese eterno retorno de la
violencia y la mezquindad, ha utilizado sus intereses personales para dominar y
manipular a otros.
Sí piensa que todas esas cosas que he dicho
al comienzo no son ciertas, demuéstreme todo lo contrario, sea capaz de asegurarme
que usted no es eso. Pero no invente mundos fantasiosos, porque eso sí es negar
la realidad que vivimos, quizás, esa es la excusa de muchos que se esconden en el
alcohol, en las drogas y otros malos vicios, para evadir sus responsabilidades de
este mundo.
Cambie su mentalidad, sabe que está cansado
de la falsa realidad que siempre le inventan en los medios o en las opiniones de
otros, pero eso sí, sea consecuente de sus acciones y no legitime más lo que le
han condicionado, considérese una persona renovada, capaz de cambiar a pesar de
los obstáculos, de las otras personas que desean que usted esté arruinado.
Piense primero en usted, luego en usted y finalmente en usted. Este es el
ejercicio del amor propio, sí supiera lo importante que es usted, no estaría quejándose
de lo que siempre lo atañe. Sí la gente aprendiera a querer al otro, a pesar de
las cosas malas que le pudieran haber hecho, todo sería distinto; nos cuesta
tanto querer al otro, que ni siquiera somos capaces de querernos a nosotros
mismos, le pregunto ¿Le cuesta mucho este ejercicio?
Gran parte de los errores que siempre pasan
en este país, son por culpa de las actitudes de las personas, este tema lo
podría seguir alargando, pero la intensión que tenía aquí, era hacerle saber,
que yo todavía guardo la esperanza de ver una Colombia diferente a todas esas
falsas verdades que nos han creado, creo que usted también guarda esa esperanza
y por eso, no puede ser un imposible!!!
Estoy seguro, que más de un pesimista que justificó
todo lo que yo dije al comienzo, ya habrá renunciado a la lectura de este
texto; ojala algún día pueda cambiar su mentalidad y demuestre lo contrario.
Por lo pronto, aquellos que se sienten capaces de seguir soñando, les invito a
valorar esas cosas que muchas veces pasan ante ustedes de manera inadvertida,
cosas que hacen parte de su vida, que son su motivo de ser, esas cosas que los
hacen sentir vivos.
Valore a su familia;
valore a sus verdaderos amigos; valore las oportunidades; valore los sabios
consejos; valore los paisajes de su tierra, el cántico de las aves, la suave
melodía que se da en el amanecer; valore todo lo bueno que han hecho por usted;
valórese a usted mismo, su vida, su
salud, su integridad personal, quiérase, ámese, sonría, pero por nada del mundo,
nunca olvide, que de sus decisiones responsables, consecuentes y coherentes,
está el destino de un hermoso país llamado Colombia.