sábado, 27 de noviembre de 2010

COMO NOS CAMBIA LA VIDA

Como alguna vez había escrito en el muro de mi Facebook cuando Bogotá se encontraba cumpliendo años, cantaba el orgullo que tenia por mi ciudad haciendo la adaptación de esta singular canción de “soy colombiano” interpretada por muchos artistas nacionales.

 "A mí que den un ajiaco, un ajiaco bien santafereño,
de esos que llevan guascas, arracacha y mucha papa,
no me den plato extranjero, es caro y no sabe a bueno,
mejor sírvame de seco harto arrocito con huevo...
hay que orgulloso me siento de ser yo un buen bogotano..."

Ese memorable 6 de agosto cuando justamente era un día anterior para que el abominable régimen de Álvaro Uribe entregara el poder para dar inicio al abominable régimen de Juan Manuel Santos, reflexionaba de corazón porque me sentía orgullo de ser bogotano. Me sentía orgulloso de ser rolo, orgullo de pertenecer a la segunda generación de mi familia en vivir en esta gran ciudad, orgulloso de conocer gente tan maravillosa, porque si lo han detallado Bogotá reúne una cantidad regiones en un solo lugar desde vallunos, paisas, costeños, boyacenses, santandereanos, insulares, comunidades afros e indígenas a pesar que muchos de ellos se les ve mendigando en las calles del centro de la ciudad.

Orgulloso de vivir a ratos en una calurosa nevera, orgulloso de vivir en una de las mejores panorámicas de esta ciudad, orgulloso de tener uno de los parques naturales más grandes de Latinoamérica dentro de un perímetro urbano, orgulloso de saber que todo lo que pueda buscar lo encuentro en el centro, incluso estoy tan orgulloso de nuestro sistema masivo de transmilenio.

Por supuesto que cada uno de los habitantes de esta ciudad deben sentirse felices por este sistema, de saber que fue uno de los proyectos pioneros a finales de los 90 en Colombia e incluso de América Latina, el transmilenio al igual que el café se convertiría en producto de exportación llevando este mismo modelo a otras ciudades, monopolizando y dando fin a la corrupción en el transporte público.

Así fue, los fallidos sistemas integrados, desde el naciente tranvía, los buses de diferentes denominaciones, los inservibles trolle bus e incluso los sistemas rústicos de bus que se intentó llevar por algunos años en la caótica troncal de la Caracas dieron paso a la innovación y la vanguardia de una ciudad que estaba en desarrollo. Tal como lo había planteado el ex alcalde Enrique Peñalosa en su gobierno, transmilenio seria un sistema que cambiaria la vida de la ciudad y así fue, el gran eslogan de este sistema se denominó: Transmilenio un sistema que nos cambia la vida.

Se daría fin al paradigma de lo cochino, de lo vulgar, de lo iguazo, de lo gamín (a pesar que hay algunos que rondan por ahí) de todo lo significativo que fue la ciudad antes, era la transformación que daría Mockus con el primer paso hacia una Bogotá mas cultural y Peñalosa con su visión de desarrollo modernista que le daría una resignificación importante al espacio. Transmilenio fue uno de ellos y como nos ha cambiado la vida…

Al igual que el soldado Domínguez (aquel rescatado por la operación jaque) yo podía decir lo mismo, “como nos cambia la vida ayer fui uno y hoy soy otroooooooo”. En lo personal transmilenio me ha cambiado constantemente la vida, desde el primer momento cuando mi papá me llevó junto a mis hermanos hasta la estación del parque tercer milenio en el centro, para realizar el paseo inaugural en este sistema, se sentía tan lujoso a pesar de la apretujadera, el bus no lo jaloneaba tanto, para bajarse no necesitaba de timbres y de madrazos, los pasajeros contiguos no lo miraban con intensiones de robarlo, no había ruido constante, no habían vendedores o indigentes pidiendo dinero, me sentía en otro lugar, nos cambió la vida y es en serio, porque ese primer día el bus nos dejó en la estación de la calle 80 con avenida ciudad de Cali y nos toco tomar el rustico sistema arcaico y retrogrado de trasporte conocido como buseta.

Como nos cambió la vida, como aquella vez que incluso relaté en uno de mis primeras historias publicada en una revista, cuando venía de Suba desde la casa de mis tíos, siendo las 10 de la noche un domingo, ubicado en la estación de la granja esperando un bus cuando un vigilante a mas de 30 metros gritaba con ánimo "que le corriera" por que el próximo bus era el último en recoger y yo en cámara lenta desesperado echaba zancadas de atleta para alcanzar a tomarlo, luego sabiendo que era una ruta que llegaba hasta el tercer milenio pensativo y desesperado, me preguntaba como un muchacho de 19 años iba a meterse a las profundidades de San Victorino siendo pasadas las 11 de la noche para coger un bus ordinario que lo llevara a la casa, pero de las preocupaciones se vino a la alegría cuando a los pocos metros de la estación nos rebasaba rampante otro vehículo que se dirigía al portal de Usme.

Pero eso no fue todo, al bajarme en el tercer milenio y luego tomar el nuevo bus, cambiaba mi vida con el sufrimiento de estar tan apretujado como nunca lo había vivido en un articulado como estos, llegaba literalmente sin ropa en la estación del Restrepo porque cada entrada y salida implicaba manoseo con desvestida incluida, literalmente había llegado como una arepa espichada a mi punto de destino, ese día jure nunca más viajar en transmilenio…

Justo unos meses después, mi vida cambiaría poniéndola en riesgo, había caído en el error de asegurar que eso fue aquella vez (me refiero a lo que les había comentado anteriormente) “vámonos en transmi ¿que puede pasar?”… pues esa vez me encontraba en la casa mi abuelo en el norte de la ciudad y junto a mi padre decidíamos ir por transmilenio por que lo único correcto de este sistema era lo rápido en cuanto al desplazamiento. Así fue, por ser la hora del momento el único bus disponible nos llevaría a una estación antes del punto de destino, cuando fuimos hacer el trasbordo venia lleno, pues ni corto ni perezoso nos metimos cuan sardinas enlatadas, sin darme cuenta se cerró la puerta, parte de mi zapato y toda mi maleta quedó por fuera del bus apresada por el cierre, siempre me alcancé a lastimar un brazo, jure y sin vacilar que nunca más montaría en transmilenio… si como no.

Todas mis afirmaciones de no montar en este sistema siempre fueron un vacilón, porque hubo cantidad de veces que tuve que utilizarlo, desde aquella vez que me pasé a dar un verdadero tour por todos los portales por que no los conocía, bajarme a media estación por un colapso, de meterme improvisadamente por el torniquete por que había salido por error del sistema o incluso irme (porque me tocó) ya que era el único servicio disponible por la hora.

Pero hace poco recibí otra gran enseñanza de este gran sistema que ha cambiado mi vida por completo,  aprendí  a tener más paciencia y aguantar de todo corazón los regaños del mundo gracias a transmilenio. Cuando usted tiene responsabilidades y compromisos importantes ¿que tiene que hacer? por supuesto, a ser cumplido como sea. Cuando usted tiene una cita a las 8 de la mañana al otro lado de la ciudad y sabe que como mínimo debe tomar en cierto horario el servicio ¿a que horas debe ir?... pues como mínimo a las 6 si es que no quiere que lo coja algún improvisto.

Si usted supiera que todo eso que les comenté lo hice con el fin de llegar temprano y cumplir mi cita y no se llevó a cabo ¿que pensaría el respecto?... que realmente soy muy “debuenas”, así pasó, un martes a las 6:00 de la mañana cuando todo el mundo salía a trabajar me encontré con un sistema de buses llenos a reventar (nada extraño para mí), del cual tome la opción de coger un bus hasta el portar del Tunal y poder abordar un expreso que me llevara rápido hasta el portal de Suba. Todo calculado, sabía que por tarde llegaría a las 7:30 a.m., para el colmo todo iba tan bien cronometrado hasta cuando llegué al tramo de la Av. Caracas con Calle 50 cuando un gran trancón represaría todos los buses que se dirigían al norte y al noroccidente.

Ya eran las 8 a.m. y todavía no había llegado a la estación de Flores, me encontraba en plena Calle 63 desesperado, refunfuñando, ofuscado, iracundo, respondón y con unos cuantos soliloquios me sentía aburrido de haberme ido por transmilenio, finalmente al Portal de Suba llegué a las 8:45, era mucho valor contestar el celular y decirle a mi tío, que están haciendo arreglos en toda la troncal y que hay sitios donde han habilitado un solo carril, que también hubo represamientos y no sé como carajo se colapso el sistema porque estuve en un trancón de más de 1 hora…

Y fue una gran semana, porque el viernes tuve otra situación similar de la cual me hizo acordar de aquel momento cuando por error tome mal un servicio de alimentador, enviándome a las 11 de la noche al barrio Lisboa, fue tanta la adrenalina y el temor que me corría de haberme perdido, que hizo que yo andará más de 20 cuadras desesperado, siempre preguntándome: Porque el chofer del alimentador se parece aquel de los Simpson cuando Lisa toma mal un bus y a la intemperie el conductor le indica que esa es la última parada, esto no es ciencia ficción es pura realidad, ni con mis suplicas me quiso llevar el conductor por que había una cámara dentro del alimentador y que posiblemente lo sancionarían,  me había quedado solo en uno de los últimos barrios del noroccidente considerados uno de los más peligrosos; menos mal llevaba dinero del que me sirvió para tomar un taxi y quedar tranquilo.

Pero esa no es la historia final, ¿Cómo un viernes en la noche se viene otra vez a colapsar el sistema? Eso pasa solamente en Bogotá, lo bueno fue que ese día no tuve que irme de pie en todo el trayecto, miraba a todo el mundo que iba apretujado, me timbraban constantemente al celular confirmando que iba en camino, hasta cuando un terrible trancón de nuevo en la Av. Caracas terminaría con todo, tenía toda la paciencia que había acumulado el martes, pero ya había superado satisfactoriamente el trancón y dirigiéndome al portal siendo las 10:45 cerca a la estación de 21 ángeles en la Av. Suba, se vararía este imponente bus que nada se compara con los antiguos “Cebolleros”.

Más de 20 minutos esperando el carro taller, la gente al igual que yo estábamos cansados, por compasión el conductor abrió las puertas de emergencias del articulado para que saliéramos mientras se desvararía, sin embargo, era demasiado tiempo, ya iba tarde de nuevo, tenía una cita con mi tío, ahora si no me iba a perdonar. El tiempo se había vuelto oro y tenía que tomar una decisión: coger un bus pero casi todos iban a centro Suba, esperar a que se desvare el articulado o caminar, decidí tomar un taxi, mi tío que me esperaba le había cogido el sueño, eran pasadas las 11 de la noche pero sabía que estaba de nuevo en mi destino.

Finalmente después de esta situación, quedé tranquilo porque no me había pasado nada y lo decía con razón porque llevaba 200 mil pesos. Esto realmente me ha cambiado la vida al punto que he llegado a conclusiones importantes:

1.       No puedo jurar contra el santo nombre de transmilenio por que siempre me va tocar irme en el.
2.       Si se que un bus va lleno (a reventar) no se me ocurrirá meterme como sea en el.
3.       Procuraré no irme después de las 10 de la noche para que no me toque correr entre la toda estación.
4.       Si me encuentro en un trancón pues esperar.
5.       Si voy en un alimentador y tomo el equivocado miraré si realmente lleva una cámara escondida.
6.       Siempre cuando sea necesario llevo lo del taxi.
7.       Procuraré que la próxima vez que llegue tarde no sea con mi tío.
8.       ¿Saben que? Mejor me voy para el campo.