miércoles, 30 de noviembre de 2011

A LOS COLOMBIANOS...


Hoy después de tanto tiempo me he sentado nuevamente a escribir, a plasmar muchas veces un mundo imaginado, del que uno siempre sueña y que a pesar del pesimismo de las personas se convierte en un motivo más para vivir. He escuchado que una persona sin sueños termina siendo una simple maquina, y lo he visto por donde quiera. ¿Qué sería de nosotros sin algún tipo de inspiración? Parece que es real que ya nadie se interese en expresar lo que siente, es tan cierto que muchos se conforman con lo que ven, con lo que escuchan o por lo que les imponen, es un completo sesgo lo que ha hecho muchas veces la sociedad sobre nosotros, nos ha moldeado tan perfectos, que nos convertimos en excelentes sujetos parcos, seres que no necesitamos de nada, individuos que podemos vivir en paz dentro de nuestra egolatría, somos unos absolutos y completamente extraños.

Hoy nuevamente escribo lo que quiero y muchas veces no puedo, quiero porque es algo que siempre he anhelado, pero no puedo, porque sé que muchas de mis palabras ofenderán y herirán la susceptibilidad de otros. No por esto, le invito a que lea todo el texto para que conozca lo que yo realmente pienso y podrá sacar las mismas conclusiones que yo he planteado.

Pues mi motivo de inspiración han sido los colombianos, no hace pocas semanas tuve una de las peores experiencias de mi vida, con ciertas personas que se hacen decir que son colombianos. Al punto que he pensado en lo siguiente: Los colombianos son lo peor que uno puede haber conocido, otros se ufanan de ellos, pero nadie se ha dado cuenta lo que realmente son ¿Y qué son? Son unos mentirosos, utilizan su lengua para dañar al otro, crean calumnias, chismes e injurias, se han dado cuenta que es la única arma para acabar con la dignidad de las personas, son tan capaces de armar escándalos para que todo el mundo los escuche, son “tramadores”, saben convencer tan fácil, que cualquiera les hace caso, y lo peor es que dan su palabra, pero nunca la cumplen, son verdaderos demagogos, leguleyos, aprovechados y sobre todo humilladores.

Han condicionado a tantas generaciones, que la mentira no es lo único que se les ve, porque también son hipócritas, a cada uno les hace cara bonita pero por la espalda les lanza siempre el puñal, nunca ha de esperarse con alguien así, por eso es que muchos colombianos son desconfiados ¿Por qué? Porque como había escuchado alguna vez: son unos “palitraqueros”. Además son interesados, nada habría de esperarse de alguien que siempre quiere algo y por eso son manipuladores. Venden su imagen, venden su dignidad, venden su orgullo por cualquier cosa, no les importa nada, ni siquiera su cuerpo o la integridad de su hijo, nada mientras viva satisfecho entre los derroches del placer.

Porque también es irresponsable, malgasta y desaprovecha las oportunidades que le da la vida, siempre lo lamenta cuando lo ha perdido todo, aparte de eso, maldice las cosas que lo ha bendecido, se desquita con todo lo que ve a su alrededor, hasta de las mismas cosas inertes que nada tienen que ver con sus problemas; se desquita con sus hijos, con su esposa o marido, e incluso con sus padres, el colombiano es una persona grosera y violenta por naturaleza, siempre ha encontrado la forma de arreglar las cosas por medio de los insultos y las malas palabras, además, no pierde de lado su mentalidad pervertida, por eso le encanta hacer chistes “guarros” sin importar quien esté a su lado, los colombianos tienen una mentalidad retorcida, por eso se ha visto, como del ingenio y de su malicia han logrado ser los peores en la historia.

Los colombianos han utilizado el único recurso del que muchos se negarían hacer y por lo tanto se ha convertido en ofensa, a nadie le gusta que otro lo mande a comer de sus heces, todos han pasado por esa situación y por eso actúan como animales tirándose la “mierda” unos a otros. Por eso, siempre se ha visto que de los colombianos la forma única de solucionar la cosas a sido a los golpes, para muchos el conflicto se acaba con más conflicto, la disciplina se legitima con violencia, el odio a una persona o grupo en particular se soluciona con rencores y con groserías, igualmente, los colombianos se quejan de la vida, les encanta echarse “madrazos” para quedar más tranquilos. Todo es odio para los colombianos, para los que pertenecen a cierto equipo, para los que se visten de cierta manera, para los que se comportan mal, para los que son tercos y sobre todo, existe un odio para los que decimos la verdad.

Se quejan por todo, hasta por una enfermedad falsa; se quejan del sistema, se quejan de la familia, se quejan de los buses, se quejan de Dios como el máximo culpable de sus problemas, se quejan de sus caprichos, se quejan hasta de las cosas materiales que pierden, por lo que tienen que recurrir a las vulgaridades, se quejan de todo lo que pasa, pero lo más triste es que ninguno actúa de manera positiva por mejorar lo que han maldecido.

Si no se han dado cuenta, todo lo relatado es una queja mía hacia los colombianos, me estaría pareciendo a estos colombianos que no se creen colombianos, que lo mejor de sus vidas es haber nacido en otro lugar y que por lo tanto, desean o desearon autoexiliarse en otro país; esto se parece a aquel colombiano de cuyo nombre no menciono, que escribe bonito y directo, que cuando habla de Colombia lo trata como “un país de mierda” y la gente lo idolatra. Qué bonito país ¿Cómo uno puede sentirse orgulloso de eso? No trate de negar todo lo que he contado, porque usted también lo ha vivido alguna vez en su vida, no trate de ser indiferente a estas acusaciones, no se ofenda si ha entendido esto como una verdad y le pido no se ofenda, porque puedo creer que todo lo que he escrito aquí puede ser una mentira.

Parece que todo lo que he dicho a sido para otros un verdadero insulto, algunos ya pensaran que no soy colombiano, porque no amo a mi país y por que hablo mal de él. Igualmente, me recriminaran por mis acciones, me dirán que me valla para otro lugar sino me siento a gusto en Colombia “cuna de la democracia”, sugerirán que debería valorar lo que tengo y lo que me ha dado esta tierra, cosa que no hay en otros países. Pero yo les refuto y les contra pregunto ¿Acaso no ha sido víctima de robos? ¿Acaso ha visto que lo traten de la mejor manera en un bus? ¿Acaso le han respetado su vida, por el solo hecho que usted ha exigido que se haga justicia? ¿Acaso usted no se ha ofendido, cuando lo han tratado mal con groserías?

A pesar que muchos medios evidencian en magnas proporciones la imagen negativa de este país, pareciera que nadie se ha empeñado en mejorarlo. Hay algunos que han querido generalizar y empecinar con su existencialismo, lo feo del país. Puede que yo denuncie, ataque, hable mal de las cosas que uno ha visto. Pero no puedo negar que yo soy colombiano, que mi apellido puede que no sea el más español de los apellidos, pero sé que viene de los lugares más hermosos: de los mansos y tranquilos campos de Boyacá.

No me ha parecido bueno hablar mal de los colombianos, no puedo negar a mi madre, aquella que me dio la vida; de mi padre y sus consejos excepcionales; de mis hermanos o aun así de toda mi familia; puede que mi abuelo halla heredado todo eso malo, porque era un hombre que imponía poder; pero me di cuenta hasta el ultimo día de su vida, que siempre trató de ser una persona sincera, así lo fue, que estaba preocupado por los suyos y que nunca los descuidó, pudo haber sido la persona más dura y fuerte, pero algún día tuvo que ablandar, ese fue mi abuelo.

No puede uno olvidarse de los verdaderos amigos de corazón, que están en las buenas y en las malas, que saben confiar y que han confiado; a mis grandes amigos que son colombianos, les tengo todo el cariño y aprecio porque de  ellos, también he sido un mejor sujeto. Solemos encontrarnos con personas que realmente terminan dándole el golpe por la espalda ¿pero acaso no le pasa eso a todo el mundo? He compartido con muchos de mis amigos, los sueños de libertad (a pesar que para otros es inalcanzable) estoy seguro que todo esto no puede ser un imposible.

Puedo decir que todo esto, es una cuestión de mentalidad, a nadie le cuesta aceptar el pasado histórico por el que ha estado sucumbido este país, ni siquiera se han preguntado el por qué de tantas guerras, el por qué de tanta violencia, el por qué de tanta pobreza, etc. Quizás, la gente se acostumbró a tantas cosas, que perdió su lado sensible, por lo que ahora le parece normal ver tanto muerto, tanto desconsiderado, a tanto miserable por la calle. Y pueden seguir hablando mal sobre la gente que está por encima de ellos, pero no son capaces de proponer cambios reales. Realmente es un asunto de mentalidad.

Es que no solo de la “criticadera” se cambia las cosas y por ello, es el motivo de este texto, que fue inspirado en aquella clase de décimo grado, convencido que ya era hora de cambiar. Muchas veces hay que seguir hablando de manera pesimista, de las cosas malas y negativas que hay, para generar consciencia, porque me he dado cuenta, que sí me pongo hablar que en este país no pasa nada y que todos viven en armonía, la gente seguiría acomodada, sin razones para pensar diferente y por lo tanto adormecida. Yo estoy seguro que muchas cosas de las que dije al comienzo no son ciertas.

Me acordaré de aquellas palabras en las que una estudiante, me reclamaba que por qué yo tenía que hablar mal del país, sabiendo que este tiene muchas cosas maravillosas. Me alegra bastante encontrar gente que todavía encuentra cosas positivas a su alrededor. Esa era la gran tarea que tenía en ese momento, poder sensibilizar a un pequeño grupo de estudiantes; aunque soy realista en que no podré transformar a todo un mundo, estaba seguro que sí podía cambiar a una sola persona, esta podría hacerlo igual con otra.

¿Por donde debemos empezar entonces? A reconocernos nuevamente, a tomar un espejo, a concertinos y darnos “picos”; puede ser lo más ridículo, pero al menos le ayudara a quererse un poco. Todavía la gente se preocupa tanto por el otro, que anda más pendiente de lo que hace (de sus triunfos, fracasos y estilos de vida) que se ha olvidado de sí mismo, se ha convertido en un completo extraño, se ha condenado en ese eterno retorno de la violencia y la mezquindad, ha utilizado sus intereses personales para dominar y manipular a otros.

Sí piensa que todas esas cosas que he dicho al comienzo no son ciertas, demuéstreme todo lo contrario, sea capaz de asegurarme que usted no es eso. Pero no invente mundos fantasiosos, porque eso sí es negar la realidad que vivimos, quizás, esa es la excusa de muchos que se esconden en el alcohol, en las drogas y otros malos vicios, para evadir sus responsabilidades de este mundo.

Cambie su mentalidad, sabe que está cansado de la falsa realidad que siempre le inventan en los medios o en las opiniones de otros, pero eso sí, sea consecuente de sus acciones y no legitime más lo que le han condicionado, considérese una persona renovada, capaz de cambiar a pesar de los obstáculos, de las otras personas que desean que usted esté arruinado. Piense primero en usted, luego en usted y finalmente en usted. Este es el ejercicio del amor propio, sí supiera lo importante que es usted, no estaría quejándose de lo que siempre lo atañe. Sí la gente aprendiera a querer al otro, a pesar de las cosas malas que le pudieran haber hecho, todo sería distinto; nos cuesta tanto querer al otro, que ni siquiera somos capaces de querernos a nosotros mismos, le pregunto ¿Le cuesta mucho este ejercicio?

Gran parte de los errores que siempre pasan en este país, son por culpa de las actitudes de las personas, este tema lo podría seguir alargando, pero la intensión que tenía aquí, era hacerle saber, que yo todavía guardo la esperanza de ver una Colombia diferente a todas esas falsas verdades que nos han creado, creo que usted también guarda esa esperanza y por eso, no puede ser un imposible!!!

Estoy seguro, que más de un pesimista que justificó todo lo que yo dije al comienzo, ya habrá renunciado a la lectura de este texto; ojala algún día pueda cambiar su mentalidad y demuestre lo contrario. Por lo pronto, aquellos que se sienten capaces de seguir soñando, les invito a valorar esas cosas que muchas veces pasan ante ustedes de manera inadvertida, cosas que hacen parte de su vida, que son su motivo de ser, esas cosas que los hacen sentir vivos.

Valore a su familia; valore a sus verdaderos amigos; valore las oportunidades; valore los sabios consejos; valore los paisajes de su tierra, el cántico de las aves, la suave melodía que se da en el amanecer; valore todo lo bueno que han hecho por usted; valórese a usted mismo, su vida, su salud, su integridad personal, quiérase, ámese, sonría, pero por nada del mundo, nunca olvide, que de sus decisiones responsables, consecuentes y coherentes, está el destino de un hermoso país llamado Colombia.